sábado, 25 de mayo de 2024

La neuroplasticidad, una herramienta para el cuidador

 

      Todos sabemos, por desgracia, que la demencia es una enfermedad progresiva que afecta a la memoria, al pensamiento y a la capacidad de realizar la gran mayoría de las actividades cotidianas. A medida que el mal avanza, los pacientes requieren una atención más intensa y continua, lo que suele ser muy perturbador ─emocional y físicamente agotador─ para los cuidadores.

      A nuestro juicio, la neuroplasticidad juega un papel crucial en la constante necesidad de adaptación y aprendizaje por parte de los cuidadores. La neuroplasticidad se va convirtiendo en un término de uso habitual. Se trata de la capacidad que tiene el cerebro para reorganizarse y formar nuevas conexiones neuronales a lo largo de la vida, es un campo que ofrece esperanza y desafíos únicos para los cuidadores de pacientes con demencia. Este fenómeno no solo es relevante en la rehabilitación y mejora de los pacientes, sino que también tiene un impacto significativo en quienes les brindan cuidados diarios.

      En el título citamos la neuroplasticidad como una instrumento para el cuidador y, muy posiblemente, los cuidadores podríamos obtener considerables beneficios de los principios de la neuroplasticidad para mejorar nuestra propia resiliencia y bienestar. Al aprender nuevas habilidades de cuidado y adaptarnos a las cambiantes necesidades de los pacientes, estaremos ejercitando nuestro propio cerebro, fomentando la formación de nuevas conexiones neuronales que pueden ayudar a manejar mejor el estrés y las emociones que, inevitablemente, nos afectan. Creemos, sin ninguna duda, que la neuroplasticidad ofrece un rayo de esperanza en el desafiante camino de cuidar a un ser querido con demencia.

      De aquí surge una pregunta inevitable: ¿cuáles son las facetas basadas en la neuroplasticidad que podemos utilizar los cuidadores? Pensamos que hay muchas, pero hay cuatro que destacan. Y la primera es la formación continuada ya que mantenernos informados estimula el cerebro. En segundo lugar citaremos el ejercicio físico, pues la actividad física frecuente promueve la neurogénesis y mejora las funciones cognitivas.

      La participación en redes de apoyo, sería la tercera faceta, colaborar con grupos de apoyo podría proporcionar nuevas perspectivas y estrategias de afrontamiento, enriqueciendo las conexiones sociales y emocionales. Y en último lugar citaremos el autocuidado mental que podemos activarlo mediante prácticas (mindfulness, meditación, yoga...) que impulsen la generación de materia gris en las áreas del cerebro asociadas con la atención y el equilibrio emocional, beneficiando tanto al cuidador como al paciente.

      Creemos, sin ninguna duda, que la neuroplasticidad ofrece un rayo de esperanza en el desafiante camino de cuidar a un ser querido con demencia.

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